Cuestión de días, pocos días, cuestión de horas , pocas
horas, para que la señora de los sueños, mi sueño,
vacile y embellezca la ciudad del Tormes. Son muchas las miradas que
están puestas en ese día, en ese instante, en el que la señora atraviese el
dintel de esa fachada que tanto conocemos.
Sinceramente, estoy nervioso, pienso que ser un gladiador del Rosario es un
privilegio del que solo muy pocos salimos afortunados. Ella lo quiso así,
y ... no la defraudaré.