No hay día que un costalero, no piense en su imagen, en los momentos que ha vivido junto a ella. A si comienza la cuenta atrás de una ilusión que durá 365dias, asi comienza la cuenta atrás del Rosario. Es la chicota más larga a la que nosotros los gladiadores de nuestra madre nos enfrentamos. Siempre haciendo cuadrilla en el rincón del morenito, nuestro bar cofrade de la hermandad, lijando, tallando, cada uno haciendo lo que se le de bien, echar una mano en lo que se pueda, para que ella luzca el dia de la procesión, pero también para que no se nos haga tan larga la espera, para ser sus pies.
Que no hay día en el que me levante y diga, ya queda menos
para volver a ver tu cara ronear por las calles de salamanca, sacando baberos,
y como no dando testimonio de fé.
La situación de la persona que redacta esta líneas, un
servidor, es un tanto especial, costalero de pocas palabras bajo el paso que
empuja como el primero acompañado por su padre dos trabajaderas más atrás, su
señora madre vestida de mantilla en un cortejo de gloria, y su hermano con una
corneta haciendo más llevadera cada chicota, en definitiva, un privilegio.
Ya adentrados en los días previos, ya se palpa el
nerviosismo de todo hermano de la archicofradía, todo el mundo cambia su estado
de ánimo, es una sensación difícil de explicar y que yo , yo os puedo asegurar
que esto no he vivido en ninguna otra hermandad.
Los últimos detalles ya están preparados, el ultimo ensayo y
retranqueo nos hacen ver que ya no hay espera, que esto ya está aquí, que esos
365 días los vamos a tener q volver a contar, que al fin y al cabo para que os
voy a engañar esos días de espera son los más bonitos, porque llega el momento
y lo disfrutamos como nunca, pero pasa, y alfinal lo que queda es haber dado
testimonio de fe y ese recuerdo de cada chicotá, de cada relevo, de la petalada
a nuestra madre y de esa calle Jesús, que vaya calle, indescriptible lo que un
costalero puede sentir al bajar la calle del señor, nuestra calle en la que
fijamos los costeros y apretamos los dientes, nuestra calle en la que te
acuerdas de todos los que ese dia no pueden estar ahí, en la que el capataz te
pone los pelos de gallina llamando al martillo, y teniendo aquella sensación de que nuestra
madre llega a casa, esa sensación de decir, ya llegas madre, ya has repartido
fe por cada esquina en la que has pasado.
Llegas al templo, los dominicos, y ves esas caras de tus hermanos, costaleros con
los que convives 365 días al año, a hermanos que por distancia no los ves
durante esos días, pero que sabes que ella es la razón por la cual nos volvemos
a unir, te das cuenta de que es nuestra madre de dios del Rosario la que hace
que vivamos lo que vivimos, de que sintamos lo que sentimos, suena el martillo
y con esto termino mis líneas señores, simplemente un humilde punto de vista
más que hace saber que el rosario es diferente, el rosario “ La Gloria”.
“VIVIDLO COMO SI FUERA VUESTRA PRIMERA, VUESTRA ÚNICA Y
VUESTRA ÚLTIMA VEZ”